Comentario de texto: Alfanhuí

ALFANHUÍ

1. TEMA: 

Los suceso de la vida de Alfanhuí durante la estancia en la casa de su madre, en la vivienda del maestro taxidermista, en la ciudad de Madrid, en la provincia de Palencia, y por los lugares por los que caminó

 2. ORGANIZACIÓN:
  
2.1. GÉNERO LITERARIO:

El relato presenta el género novela, y en algunos capítulos de esta, se pueden leer partes de diálogo. En la historia se distinguen subgéneros como la ciencia-ficción, y aunque en un contexto más "tranquilo", se podría considerar que pertenece al de aventuras. Teniendo en cuenta el narrador, podemos considerar también el subgénero perspectivista. 

2.2. PARTES EN QUE SE ORGANIZA EL TEXTO

(parte 1)

Situación Inicial: Comienza en los años en los que Alfanhuí era un niño, y vivía en casa de su madre. Se relata una historia de carácter ficticio, en la que el gallo de veleta que se encuentra en lo alto de su casa de campo cazaba a los lagartos y hacía que se churrascasen al sol. El niño (quien iba a llamarse Alfanhuí posteriormente), hizo polvos de colores con ellos, y los utilizó para decorar distintas partes de su casa, y un collar para su madre. El niño no pudo estudiar porque no podía escribir como el resto de niños, así que su madre lo encerró, con intención de liberarle cuando escribiese como el resto. Estuvo con el gallo de veleta, al que había fundido antes a un trozo de carbón, este le prometió conocimiento a cambio de su liberación. Al hacerlo, el niño pudo aprender sobre distintos aspectos, el que más le interesó fue acerca de los colores del amanecer, del que el gallo afirmaba que era sangre que podía hacer que las frutas creciesen bien, y se escapó para recogerla y estudiarla. Tras estar unos días fuera, visualizando el cielo, una yegua de la que bebió su leche y campos de meseta rasa, describiendo muy detalladamente los colores y aspecto del espacio en donde estaba. Al volver a casa, comentó a su madre que quería ser disecador de animales, y fue a casa de un maestro taxidermista y su criada disecada, quien tenía en común con Alfanhuí su gusto por los colores y lo imaginativo, para poder aprender.

Planteamiento del conflicto: Tras vivir numerosas experiencias curiosas, divertidas, imaginativas y algunas veces tristes con sucesos como la decisión de su anciano maestro, a quien apreciaría y respetaría mucho, de llamarle Alfanhuí, por recordarle a los alcaravanes, quienes se llamaban así entre ellos; las vivencias con la criada de la casa y los incidentes que sufría que le llevaron a fallecer; de las historias que el maestro le contaba junto al fuego de la chimenea, entre las que se encontraba el haber conocido a un curioso y amable vagabundo a quién  le crecían plantas en su cuerpo según las estaciones y la muerte de su padre; los bonitos rincones que encontraba por la casa como el jardín de la Luna (con castaños y olivos plateados, una culebra también plateada, roedores blancos con ojos luminosos que aparecían y desaparecían por el jardín, un pequeño muro de piedras blancas, un estanque redondo, con un surtidor, entre otros bellos elementos) y el cuarto de Alfanhuí ( donde al entrar una brisa, tuvo una increíble visión relejada en la sombra de la llama de su candil que consistía en muchísimas variedades de los pájaros disecados presentes en la habitación vistas como vueltas a la vida, además de lugares en donde empezaron las civilizaciones más antiguas (aunque nunca hubiese oído hablar de ellas); de los interesantes elementos que había en el desván, como una silla de cerezo con cerezas polvorientas, en la que Alfanhuí se echó una siesta, goteras, polvo, un tragaluz, entre otros elementos que daban sensación de olvidados); de la divertida experiencia de conocer a unos ladrones en la zona del pajar que robaron monedas de oro en su juventud y se intercambiaban entre si monedas y trigo, y como prueba de haberse hecho amigos, le regalaron una moneda, de la historia de la silla de cerezo que el maestro contó, que trataba acerca de un hombre que taló un cerezo en el jardín de la casa e hizo una silla para su mujer, que fue contagiada de astio y acabó muriendo; las increíbles y agradables cosas que se encontraban en el jardín del Sol( un almendro, un castaño, cigarras, una rueda de molino, hierva que crecía con fuerza, lagartijas que tomaban el sol, nidos de avispas, macetas de geranios, jaulas y llaves colgadas en una pared, un escaparate, un tejado verde, un pozo con partes de este también verdes, con agua honda y clara, por el que Alfanhuí bajó con el cubo con el que se recogía agua y descubrió una cueva de la que subían y bajaban numerosas ramas pertenecientes al castaño, que daban color verde a las hojas por estar en contacto con un laguito de agua, donde había una araña que absorbía luz de las ramas que bajaban de nuevo a la cueva; y finalmente, las industrias (planes y experimentos) que hicieron posible teñir las hojas de más de 30 colores, y de conseguir de que en las castañas hubiesen en el interior ojos realistas para los animales disecados y huevos de aves vegetales que volaban como mariposas y tenían cinco alas, tres patas y dos cabezas, para celebrar el hecho de que Alfanhuí hubiese conseguido el título de oficial disecador; él y su maestro tuvieron que sufrir una terrible desgracia a causa de su última experiencia, que le costó la vida al último mencionado.

Momentos climáticos: Además de los momentos tristes en las historias contadas por el maestro y la muerte de la criada, el terrible suceso que acabó con la vida del maestro en la que unos hombres con antorcha y armados que acusaban de brujo al maestro, le hirieron y destruyeron la casa además de quemarla. Alfanhuí y su maestro tuvieron que huir, y aunque lo consiguieran, el maestro no pudo sobrevivir a las heridas y murió en los campos de Guadalajara, en un pueblo de aspecto emvejecido por sus habitantes y aspecto. Antes de morir el maestro, Alfanhuí echó a llorar por primera vez en su vida, además, el maestro le dijo que debería volver con su madre, y eso hizo tras tres días de viaje.

Solución del conflicto: En su nueva vida, Anfalhuí trabajaba en el campo como asistente de quienes segaban el trigo, haciendo sus labores de forma eficiente. Su madre lo mandó a trabajar ahí para no verlo tras triste y melancólico en casa, en donde no había todas esas industrias de la casa de su maestro. Tras los veranos en los que asistía felizmente en el campo montando en caballos a los que azuzaba con emoción y alegría y en el riachuelo que movía el molino que segaba el trigo había un puente en el que se sentaba, en donde veía insectos, como zapateros y pinsapos, y plantas, como algas en el agua, que podía inspirarle para sus industrias, pero no se le ocurría ninguna por su gran desánimo. Afortunadamente, pudo volver a divertirse siendo como el había sido siempre un día que se encontraba en la cocina con un ambiente sofocante que hasta los animales que se encontraban ahí lo sufrían, pudo refrescarse al acercarse a una suave ráfaga de viento frío. Alfanhuí pudo ver que afuera había nieve, además de una adorable liebre que parecía incitarle a acercarse a jugar, y al hacerlo, fueron corriendo alrededor del patio, además de pasar por los campos y el molino. Al terminar de divertirse, él cogió leña de afuera, la cual estaba mojada y contaba hacerla arder, y daba un tipo distinto de fuego, que hizo que los animales huyesen.

 (parte 2)

Situación inicial: Alfanhuí deseaba un cambio de aires en su vida, por ello dejó los campos de Guadalajara atrás para irse a vivir a Madrid, la cual presentaba color morado, rosa y grís, además de casas escalonadas, y es criticada por el autor por la hipocresía de sus habitantes al querer verse de forma ostentosa y adinerada, vistiendo de forma elegante, similar a la ropa que ahora llevaba el protagonista, con una camisa amarilla, un traje negro con pantalones cortos y zapatos de charol, que no impedía que se viese de forma obvia la suciedad y el mal estado de sus calles por la contaminación y las cucarachas. El protagonista visitó las afueras de la capital, constituida por casas iguales,al lado de un río, con fachadas tristes o alegres, algo ruinosas, pero con puertas que parecían siempre asegurarse cerrar, estas viviendas se encontraban al lado de una carretera limpia debido a los pocos que pasaban por ahí. Caminando por esta, Alfanhuí visualizó al lado del río, una alameda constituía por plataneras y acacias. Pasó por un camino cuyo nombre era "Paseo de los Melancólicos", donde había huertos y una vía de tren, también llegó a un lugar llamado "EL CORTIJO" Viuda de Buenamente, Vinos y meriendas, había en este sillas, mesas y madreselvas, y se podía escuchar una canción de fondo. El día que pasó un rato junto a unos chavales que se encontraban junto a una hoguera, quienes hablaban de forma rápida que impedía a Alfanhuí enterarse acerca de lo que hablaban, se dirigió también al lugar donde conocería a su futuro rival

Planteamiento del conflicto: Conoció a Don Zana, un hombre que rompía los corazones de las muchachas que lo amaban y abandonaba sus puestos de trabajo, para de ese modo, seguir su deseo de sentirse libre, llegó a dejar a una fábrica de chocolate que gracias a su talento creando las populares "Libretas Don Zana", llamada LA SABROSA S. A. , que llegó al fracaso por la ausencia de Don Zana. Aunque él se viese guapo y risueño, con su chaqueta de franela verde, su pantalón claro, sus hombros anchos junto a su constitución delgada y sus zapatos color corinto, tenía una cara oculta de borrachín y mujeriego, que le gustaba bailar en todas partes, incluso en mesas y tejados. El era en realidad creído y antipático, cuando conoció a Alfanhuí, quiso interiorizarlo por ser "provinciano" y no de ciudad, pero el protagonista no de dejó intimidar enormemente por él. En el bar donde entró, había una monita que le reía las gracias a Don Zana, y al hacer lo mismo con una que hizo Alfanhuí, se enfadó y la golpeó, haciéndole un daño importante. Aquel hombre iba a ser uno de los personajes que se iba a encontrar en su nuevo entorno, junto a una mujer llamada "Doña Teresa", quien llevaba la posada que Don Zana visitaba algunas veces, enfadándose por confundir el vinagre por el aceite que se servía en la pensión (no se especifica que viviese allí) y le contaría Alfanhuí historias sobre su padre, quien tras quedarse dormido cosechando trigo con un carro llevado por sus bueyes llegó hasta Portugal, y tuvo que volver andando, falleciendo al día siguiente de volver a casa, también le hablaría de su marido, quién fue maestro, la criada, Silvestra, a quién también conocería el protagonista, de mediana edad al igual que la otra mujer mencionada, solía enfadarse con el espejo por el poco atractivo aspecto que ella tenía, afirmaba que la cabra que vivía en la posada, atada a la puerta del cuarto de baño, el cual se utilizaba para cultivar coles (aspecto que utilizó el autor para criticar la mala higiene de la ciudad) era de su propiedad.

Momentos climáticos: Tras las vivencias que Alfanhuí tuvo en Madrid, donde visualizó la pintura de una mujer desgastada que simbolizaba el destino de aquellas mujeres que no conseguían cumplir el estereotipo de obtener una pareja y tener hijos en su pasada juventud, y aún seguía esperando a su amado (criticando de ese modo aquella forma de pensar que interiorizaba a las mujeres); los paseos que hacía junto a Don Zana para conocer mejor la ciudad, en los que fue testigo del desagradable trato que tuvo ante una gitana que le pedía limosna junto a su compañero con el que intentaba entretener a su público con su basto espectáculo con animales y bailes, el cual solo hacía reír a los niños, dándose una amarga situación cuando Don Zana se negó a darles dinero por su actuación; el descubrimiento de una casa abandonada, con elementos que recordaban a la del fallecido maestro, un espejo en el que al mirarse a si mismo en este, el protagonista se dijo: "Que antiguo eres, Alfanhuí", a modo de broma, además de encontrarse un piano antiguo con una colmena de abejas en sus cuerdas; fue testigo de un incendio en donde los aclamados y animados bomberos corrían de forma excepcional para derrotarlo y humillando, salvando además a una muchacha que pedía ayuda desde su balcón (la cual, como se hacía siempre, no huía del fuego por propia voluntad, como hacía el resto, y se ponía un camisón blanco para posteriormente pedir ayuda, siendo esta una situación atacante ante la situación de inferioridad de la mujer en la sociedad); se dio lugar posteriormente un enfrentamiento el día de carnaval, donde se dio un tiempo nublado y frío, en el que se enfrentaron  Alfanhuí y Don Zana, caminando de forma segura por las calles, estando el segundo mencionado acompañado de un montón de gente obligada a venir tras de él. Al final, todos ellos se cansaron y dejaron de caminar, finalizándose la situación con el enfrentamiento cuerpo a cuerpo entre los dos rivales, que terminó con la muerte de Don Zana tras recibir puñetazos brutales por parte de Alfanhuí.

Solución del conflicto: Alfanhuí, con las manos doloridas y sin creerse que Don Zana tuviese sangre, huyó guiándose por sus más sensitivas manos ante su ceguera, viéndolo todo borroso y oyendo ruidos por todas partes. Al principio tenía las manos tan heridas que el simple viento le hacía daño, pero luego se recuperó de su sensibilidad en las manos, de su ceguera y de su fiebre, llegando finalmente al campo, en donde se tumbó.

(parte 3) 

Situación inicial: Tras huir de Madrid, Alfanhuí se dirije al norte, y fue testigo de una gran tormenta entre montañas que dormitaban y hacían notoria su presencia vigilante, que provocó que las ovejas de un ganado que se disponía junto a sus amos a resguardarse, cayesen por un resbaladero de la montaña y muriesen; recibió ayuda de una familia con la que vivió unos días, pudiendo obtener ropas para resguardarse del frío, donde le prometió a una niña llamada Urraca que se recordarían siempre; y conoció finalmente a un gigante llamado Heraclio, con el que intercambiaron historias, además de quedarse unos días en su casa, contándole el día antes de su salida la historia sobre el tesoro que heredó de sus padres, hecho de marfil, del que afirmaba que era un verdadero tesoro por no poderse vender a cambio de mucho dinero por el apego emocional que le tenía. Posteriormente, llegó al pueblo de Moraleja, en el que su abuela paterna, quien empollaba huevos que los niños les daban, ya que sabían que siempre podían nacer las crías por que se calentaban por la fiebre ella a veces padecía, y con quienes se enfadaban cuando eran caprichosos con los que nacía le los huevos que les habían entregado, al ser avisada de la llegada de su nieto, lo recibió en su casa, mientras se quejaba de nunca haber recibido su visita, contándole además que ella solía pensar en él, y en que podría llegar a morirse, sin conocer la experiencia de ser abuela. Ella le buscó un trabajo a su nieto de boyero, ya que pensaba que su oficio de taxidermista no le serviría para su nuevo entorno, se encariñó con los bueyes que cuidaba, y conoció a algunas de las personas del pueblo. Uno de ellos era Pedro, un antiguo pescador, que ahora era barquero, quien le contó historias acerca de la mar, de los marineros y de los peligros por los que pasaban; el libro también nos da a conocer a Luquinas y a Galán, quienes prometían cazar liebres y otros animales, que al final no traían por que huían de ellos espantados por las risas que se solían echar juntos, además de cansarse y rendirse tras internarlo, comenzando a jugar a las cartas, solían también compartir momentos juntos en el bar, donde a veces Galán se ponía a cantar "Caricias, chocar de besos", que conmocionaba a aquellos que lo escuchaban.

Planteamiento del conflicto/Momentos climáticos: No se da un gran conflicto en esta parte del libro, lo más destacado, que también se puede englobar en los momentos climáticos, fue la muerte de uno de los bueyes que Alfanhuí cuidaba, del cual pudo verse su alma desaparecer mientras se acercaba al río, mientras los otros bueyes le despedían con mugidos, y un pequeño conflicto que Alfanhuí tuvo con su abuela al no querer ella darle unas botas que él admitía necesitar para no pasar frío en los pies, en esa conversación también se habló del difunto padre de Alfanhuí, Gabriel, el cual su abuela recordó enfadada por la vez que provocó que hubiese goteras en el tejado por subirse ahí una vez.

Solución del conflicto: Al final, la abuela cambió de opinión, y decidió entregarle las botas de su padre, que le quedaron grandes a Alfanhuí, algo que él no le quiso decir a ella. Finalmente, tras repartir con su abuela el dinero que habían ganado durante la estancia del protagonista en el pueblo, Alfanhuí se despidió de su abuela y marchó a Palencia, encontrándose en su camino con un hombre, Rogue, que le habló de como pudo mantener sus fértiles tierras ante las reclamaciones de pertenencia por parte de otras personas, además de señalarle una indicación para poder llegar a Palencia. Allí trabajó en una arbolistería, perteneciente a un hombre, llamado Don Miguel, quien era engreído, y a su mujer. Durante su estancia él pudo llenarse de conocimiento acerca de los tonos de verdes que podían presentar las plantas según la luz o la sombra, la luna o el sol, la lluvia, o la muerte, cuando estas estaban secas. Tras hacerse más sabio gracias a estudiar las plantas de la arboristería de Don Miguel y su esposa, y las que se encontraban en el monte, se despidió una vez más de las personas con las que había estado, en este caso, sus amos, y siguió su travesía, hacia Castilla. Pasando por un pueblo antiguo junto a una torre color tierra, situadas ambas en una llanura con apenas árboles, llegó a una isla siguiendo un río, den donde pudo ver como unos alcaravanes que volaban a su alrededor, le llamaban por su nombre, y al irse aquellas aves junto a una llovizna que había empezado no hace mucho, pudo ver entre las nubes como asomaba el sol junto a un arcoíris.

2.3 RELACIÓN ENTRE LAS PARTES

Protagonistas: Alfanhuí es el personaje principal de la historia. Vive todos los sucesos narrados en compañía de diversos y especiales personajes, algunos secundarios, quienes aparecen en uno o dos capítulos de esta parte, o de otros que se encuentran en la mayoría del relato. Alfahuí es relatado por el autor de forma más inexpresiva en los primeros capítulos, podía describirse como alguien algo "obsesionado" con los colores hasta el punto de pasar por raras experiencias de forma prácticamente impasible por estos; pero en el momento en el que va a casa del maestro taxidermista y se hace más cercano a él, el relato ofrece información acerca de lo que siente en cada una de las situaciones que vive, emoción, ilusión soledad, hasta una profunda tristeza y melancolía al llegar la muerte de su maestro.

Ayudantes: La mayoría son personajes secundarios, o elementos humanizados incorporándoles sentimientos y características humanas en la narración. Sin embargo, podemos considerar ayudantes en su vida al maestro y quizás a la madre de Alfanhuí, quienes siempre eran capaces de traer felicidad al protagonista, aunque él mostró más afecto por el maestro que por su madre. Otros personajes que se podrían considerar ayudantes del protagonista por ofrecerle afecto son Doña Tere y la criada Silve, quienes vivían en la pensión Teresa. En esta categoría podemos incluir también a la abuela del protagonista, que le ayuda a buscar un trabajo para poder introducirse en el pueblo en donde ella vivía y en el círculo de personas que también residían en ese pueblo.

Antagonistas: Durante la historia, se puede considerar ciertos "enemigos" según los objetivos que Alfanhuí presentaba en cada capítulo. Aunque durante la historia la madre del protagonista no muestra naturaleza malvada, en el primer capítulo ella le encerró en una habitación con intención de sacarle cuando escribiese como el resto de niños, teniendo en cuenta lo "dañino y desagradable" que puede resultar una acción así, se puede decir que fue antagonista en ese concreto capítulo, aunque luego en el último le trató de forma buena. Continuando con el último capítulo, se dan personajes que se podían considerar secundarios, pero obvios enemigos del maestro y Alfanhuí, estas son las personas que provocaron la muerte del primer mencionado y la destrucción mediante fuego y brutales destrozos en la casa de este, además de acusarle de brujo por sus industrias.También se considera de forma clara a Don Zana como antagonista, quien siempre mostró una actitud despectiva ante su entorno y las personas que este había, incluyendo a Alfanhuí en ese mal comportamiento.

Mundo representado: Es un espacio rural, situado en campos y pueblos humildes, pero también es un entorno fantástico distorsionado por la manera diferente de pensar y ver las cosas que tiene el protagonista. Durante la segunda parte del relato, cuando el protagonista se encuentra en Madrid, podemos ver que se la historia transcurre en un entorno urbano, muy distinto al de los pueblos por los que transcurren también los hechos del relato

Narrador: En esta historia el narrador es omnisciente, habla en tercera persona sin involucrarse en esta como uno de los personajes. En una ocasión, el el penúltimo capítulo de la historia, nos habla del cierto gran conocimiento que el protagonista ha obtenido, relatándonos tomando a la vez una postura de una persona con quien se está conversado al decir "y más conocimiento que solo el mismo Alfanhuí podría decir" además de especificar que se es consciente que los hechos se realizan en
"una historia", al dirijirse a esta durante ese tramo del relato.

2.4 RESUMEN

(parte 1)

Capítulo 1: El gallo de veleta que se encontraba en el tejado de la casa del protagonista "cazó" unos lagartos, picándolos con su pico de hierro, poniéndolos después al sol para dejarlos churrascados, pasando vergüenza. El niño  protagonista del libro, tras soltar los lagartos un líquido verde y negro y reducirse a polvo, aprovechó estos condimentos para extraer tintes color oro (para poner dorados los pomos de la casa), azul(para hacerse un reloj de arena), verde(para tener visillos de ese color para su madre) y negro(para tener tinta con la que escribir). La bonita tinta que tenía era envidiada por sus compañeros, pero el niño escribía en un alfabeto extraño, pero la maestra no le permitió seguir estudiando. La madre decidió encerrarle en su cuarto para sacarle cuando supiese escribir como el resto.

Capítulo 2: Ese cuarto no era para nada agradable, estaba con el gallo de veleta, al que anteriormente había puesto en fragua hasta fundirlo y unirlo junto a un trozo de carbón, pero lo liberó a cambió de conocimiento. Al final, el niño lo hizo, y lo que descubrió acerca del amanecer le interesó más que el resto de aprendizaje que obtuvo. El gallo le había comentado que el rojo en el cielo dado en ese momento del día era sangre que se derramaba a esa hora, él se escapó junto al gallo de veleta y recogió esa sangre en forma de lluvia en cacerolas. Observó el cielo desde el anochecer hasta el amanecer, que se teñía de colores tales como rosa, rojo con vetas azules, morado, cárdeno, el sol se veía escarlata y rojo carmesí, el ambiente tuvo por un momento olor a violetas animales y después a vegetal, posteriormente, en el cielo se veía un azul cada vez más claro hasta ser blanco, dándose en el ambiente un olor de tila y rosas blancas. Al volver a su casa, se encontró con una yegua preñada con colores vivos y bebió de su leche, esta se vio transparente, mostrando también al potro. Esta, después de abortar, salió corriendo, el potro tenía colores vivos similares a la madre de un tono marrón rojizo, este corrió hasta su madre. Al volver a su hogar, el niño comentó a su madre que quería ser disecador, y fue llevado a casa de un maestro taxidermista.

Capítulo 3: La casa del maestro estaba adornada de lámparas de aceite, la mesa de trabajo estaba llena de muchas herramientas, al avanzar, se encontró con usa sala octogonal iluminada por una claraboya verde, ahí se encontró a quien sería su maestro. Él, al percatarse de los ojos amarillos de alcaraván del protagonista, decidió apodarle "Alfanhuí", por que según decía, entre los alcaravanes se apodaban así. El maestro preguntó a Alfanhuí acerca de su conocimiento de los colores, mencionó solo una de las dos cosas que hizo relacionadas con eso, los polvos que obtuvo de los lagartos y lo que decoró y creó con estos (no comentó lo de la sangre por recomendación del gallo de veleta, quien le dijo que al haberlo encontrado él primero, debía ser un secreto para el resto). Tras contarle eso, el maestro le mostró la que sería su nueva habitación, decorada con madera de nogal oscurecida, una ventana de colores con estaño, muchos pájaros disecados, y cuatro de estos (un mirlo, un abejaruco, un sarapito y una garza) en las cuatro esquinas de la nueva cama del protagonista, sobre cuatro esferas doradas. En la casa, también vivía con ellos una criada, sordo-muda y disecada, que a veces sonreía, y finalmente., en el patio había una valla pintada de verde. Cuando llegaba la noche, el maestro contaba historias junto a la chimenea encendida, cuando la historia era monótona, la criada dejaba estar el fuego, y cuando era emocionante, ella lo avivaba, y cuando el fuego se consumía, aunque la historia no se hubiese terminado, todos tenían que irse a dormir. "Lo siento, Alfanhuí" dijo el maestro una vez que ese ocurrió, y se fue a dormir.

Capítulo 4: El maestro, el protagonista, y la criada se encontraron una vez a un gato blanco en su bodega, atemorizado por una cabeza de cisne que él mismo había capturado, ya no tenía vida, era parte del material del maestro de su oficio de disecador, pero al apretarle tan fuertemente por los tendones, su cabeza se movía, y parecía estar vivo y dando picotazos. La criada se movía por una plataforma con ruedas, por ello, no podía bajar las escaleras, así que el maestro la llevó en brazos hacia el sótano, y ella fue a capturar a ese gato blanco a orden del maestro, pero al hacerlo, se lo llevó a su cama, y éste, habiéndola mordido de antes, comenzó a arañarla, hasta que por la mañana, estaba destrozada, se le salían los algodones. Al final, el gato fue matado para hacer cordeles para relojes de pesas, con sus uñas hicieron un rascador de pieles, con su esqueleto una jaula para ratones y con su piel crearon un tamborcito y curaron a la criada con parches hechos de esa piel aun fresca, y la cabeza disecada la exhibieron en el escaparate. Las dolencias de la criada no pararon ahí, una vez se humedeció mucho por la lluvia y se estropeó, y otro día se puso verde de ictericia, aunque de todas esas se curó, las que tuvo posteriormente dieron fin a su vida. Alfanhuí y el maestro la enterraron en el jardín, y en su lápida con letras escritas en vinagre ponía "Abnegada y silenciosa".

Capítulo 5: El maestro se quedó muy triste después de la muerte de la criada, Alfanhuí conocía acerca de las leñas que daban distintos tipos de fuegos, tristes, felices, fuertes y oscuras, alegres y llamativas, femeninas que hacían dormir a los gatos o viriles que hacían dormir a los perros de caza,, entre otras. "¿quiere que le encienda el fuego?" le preguntó una vez a su maestro un día que este tenía frío, al principio se sorprendió, y después le contestó que si. Su conocimiento acerca del fuego fue adquirido en casa de sus tíos maternos, y de los viajeros vestidos de gris que venían a casa de su madre. El maestro observaba a Alfanhuí desde su silla mientras encendía el fuego, sus ojos tranquilos de alcaraván brillaban cuando apareció la primera llama. "No pensé que alguna vez me harías compañía, para tu primer fuego, te contaré la primera historia" dijo el maestro, a quien le agradaba mucho llamarle Alfanhuí por él se lo puso. La historia trató acerca del gran aprecio que tenía el padre del maestro por cierta "piedra de vetas" que le sería muy útil si la tuviese para su oficio de crear lámparas de aceite de latón para palacios y de hierro para las cabañas, ya que era capaz de absorber hasta siete tinajas de aceite antes de quedarse satisfecha, y esta daba una llama eterna de color blanco como la leche, se podía apagar cuando se desease, y solo una lechuza sabía sacar el aceite de la piedra. Una vez que su padre lo mandó a uno de sus viajes para aprender más acerca de los colores, llevando un palo con un pañuelo con almuerzo en su interior, fue a un lugar que hacia de basurero donde el sol daba mucho calor, conoció a un amable mendigo quien tenía plantas de todo tipo por el cuerpo, que según las estaciones creían o no aparecían, musgo como pelo y un nido de alondras sobre la cabeza. Al caer la noche e ir al tronco hueco donde vivía ese extraño hombre, el maestro, que en ese entonces era un niño descubrió que tenía esa piedra de vetas que tanto ansiaba su padre, y el amable hombre se la dio con gusto. Desgraciadamente, al volver a casa, el maestro descubrió que su padre había fallecido, y echó a llorar en su manta morada donde siempre lo hacía, tiempo después fue al cementerio con la lámpara más bonita que encontró, introdujo la piedra de vetas y encendió una llama estando colgada en la lápida de su padre, se pudo ver como su cara sin vida se iluminaba por la luz del candil. Como era costumbre, cuando el fuego se apagaba, todos se iban a dormir, y esa vez no fue una excepción, en el momento que el maestro se dirigió a su cuarto, Alfanhuí se quedó pensativo hurgando en el lar.

Capítulo 6: Se describe como era el jardín de la luna (situado en el levante, se podía ver por la ventana de Alfanhuí), uno de los dos jardines, junto al del Sol (se encontraba delante de la fachada). Las noches de luna se sentaba en el dintel de su ventana para ver los distintos elementos del jardín, que eran el castaño y olivos plateados, roedores blancos que jugueteaban por ese lugar dejando ver y no dejando ver sus ojos brillantes según donde estaban (Alfanhuí los miraba toda la noche), un pequeño muro de piedras blancas, unas argollas y cadenas, un estanque redondo con un surtidor (el cual al moverse era capaz de matar libélulas y otros insectos en las tormentas secas y cálidas) en el que había arena plateada y se podía ver a la difunta criada en el fondo y un invernadero con malas hiervas y una culebra de plata (la cual Alfanhuí atrapó enganchándola a tres anillos de oro atados a hilos en los que se fue metiendo en su recorrido para salir de su escondite e ir a tomar la luna, el haberla capturado le hizo sonreír).

Capítulo 7: Una noche de lluvia entro un viento en el jardín de la luna, y desde ahí, fue de la ventana abierta de Alfanhuí hasta su vela, moviendo su llama. Los pájaros disecados se reflejaban en las luces y sombras de la llama vistas en la pared, dando sensación de estar en un gran salón. El viento hacía una melodía de bosques olvidados, y en las paredes se reflejaban las siluetas de los pájaros haciendo bailes arcanos al son de este, como si fuesen fantasmas o marionetas. Se dispusieron de un modo que deba la sensación de estar haciendo una rueda, mientra la garza de ojos rojizos les marcaba el baile a todas las aves que parecían haber vuelto a la vida y estaban ahora danzando entre las sombras. En el redondel, Alfanhuí pudo distinguir todo tipo de colores primitivos, verdes de selvas, blancos, cataratas rosas, rojos, morados, amarillos, vio también un paisaje de playa con huellas de pájaro,caracolas y el sol marino. Otros colores que pudo ver fue el azul, y también pudo ver el cielo, y muchas plantas provenientes de un libro de plantas disecadas abierto por el viento y el agua, estas tenían nidos de aves junto a estas volando al rededor y flores (de algún modo en ese momento el protagonista pensó que podía estar sintiendo soledad). Su visión llegó hasta donde ni el conocimiento pudo llegar, lo desconocido, pudo ver a las aves en sus lugares de origen, como se llamaban esos lugares y los colores que tenían, obteniendo información de nombres de ríos como el Nilo, el Eufrates, Gandes, y algunos ríos chinos. Los pájaros le habían traído visiones sobre la geografía multicolor de las tierras antiguas. Pero cuando la llama estaba muy cerca de consumirse, aquel redondel desapareció, y los pájaros dieron la sensación de danzar bailes de brujas, antes de verse esos colores por última vez y desaparecer.

Capítulo 8: Una vez, Alfanhuí subió al desván de la casa, después de pasar por una escalera de caracol que hacía posible llegar hasta ahí. Se encontró con un lugar abandonado, olvidado, aburrido, y con abundantes motas de polvo que se posaban en las cejas del protagonista, sobre un charquito de agua surgido de una gotera que había erosionado el techo, había una silla de madera de cerezo con las patas llenas de raíces, que buscaban avariciosamente agua y luz y de barro, que tapaba un poco las patas. Las vetas de cerezo situadas en la silla adoptaban un aspecto similar a las venas cuando les daba la luz del tragaluz. Esta daba la sensación de estar olvidada y de solo haber estado escuchando el canto de los pájaros. Los cristales sucios solo le permitieron ver su silueta a Alfanhuí, y no el exterior. La silla tenía ramitas verdes con cerezas maduras llenas de polvo que espejaban de forma pequeña y redonda como era el desván, eran cuatro felices parejas de cerezas. El protagonista al sentarse en la silla apolló su cabeza en las ramas y las frutitas se le vieron como pendientes, y al cerrar los ojos observando aun la luz del sol de la siesta y mientras le seguían cayendo motas de polvo en las pestañas, él se quedó dormido.

Capítulo 9:  Cuando Alfanhuí despertó, ya había salido la luna, que aún no estaba a nivel del tragaluz. Se fijó en una luz dorada que salía de una rendija y provenía del pajar de la casa. Fue silenciosamente haber que había en ese lugar, y tras pasar por un camino entre dos montañas de paja, vio a dos hombres con un farol, inclinados en un pañuelo blanco, como si estuviesen jugando a las cartas, al acercarse el protagonista, oyó que susurraban acerca de dinero, mientas contaban monedas de oro situadas en el pañuelo y sacadas de sus bolsillos. Estos hombres eran oscuros y sin afeitar, uno con una boina y el otro con un sombrero de copa negro. Los hombres al ver a Alfanhuí le dijeron que eran ladrones, y que tenía que irse de ese lugar, que era su guarida. y aunque el protagonista les dijese que era amigo de los ladrones, ellos insistieron que ni los amigos podían ver a los ladrones en su guarida. Al final Alfanhuí les pudo convencer de que podían contarle acerca de lo que hablaban, y le confesaron que eran ladrones de trigo, que en la juventud habían robado el oro que tenían, y que opinaban que ya no necesitaban más. Se intercambiaban entre ellos trigo y oro y viceversa, dormían de día en la paja por parecerse al oro y al trigo, le dijeron que se llamaban "El Bato" y Faulo, este último era mudo, pero tenía la vista como las lechuzas y era capaz de hacer doblar los silbidos para que pasasen por las esquinas y llegasen al otro lado de la calle. Ellos tenían una cantidad de monedas impares, El Bato se quedaba con la última moneda por ser el capitán, y Faulo lo envidiaba por eso. Alfanhuí se sentó al lado del capitán, ya que le había dejado espacio para ponerse ahí, Faulo tenía los ojos vivos y pequeños, como si silbase por ellos, y el capitán tenía la cara chupada y la mirada furtiva, a veces parecía estar mirando cosas invisibles. Por ese lugar pasaban murciélagos, y al chocarse uno con una viga, Faulo aprovechó para robar una moneda, y después de decirle el Bato que la devolviera, este lo hizo y comenzó a reírse, como siempre hacía cada vez que robaba una moneda. Llegó la hora de los ratones, y el que parecía el líder de estos se puso a comer de la mano del capitán, y posteriormente, el resto fueron alimentados por Faulo en el suelo. Tras Alfanhuí decir que ya iba a irse, se dieron a entender que ya eran amigos, y le regalaron la moneda que siempre les sobraba.

Capítulo 10: Se describe el jardín del Sol, este tiene un almendro, con ramas que daban a la calle; cigarras que cantaban a la hora de la siesta, muchísimo calor que hacía difícil hasta moverse y con el que las sandias se pasaban; una rueda de molino algo inclinada y enterrada con hierva a su alrededor y con lagartijas dentro del agujero, que era una parte que se calentaba mucho al sol y que por ello era de su agrado, y que además era utilizada por el maestro para afilar los cuchillos por ser lisa y caliente; en un muro con enredaderas se podía encontrar una vieja barandilla con nidos de avispas y macetas de geranios regadas por el maestro, en la pared amarilleaba unas alcayatas herrumbrosas, con jaulas, llaves, entre otras cosas; se podía ver el escaparate, con un tejado, ventanas y persianas verdes y una malla metálica; y finalmente, un pozo hondo con un brocal verde, una polea, un cubo pesado, ambos de madera, y un arco metálico. Alfanhuí bajó por el pozo en el cubo, y fue por unas galerías que servían para regular la cantidad de aquella agua clara que se encontrada almacenada, en donde se veía musgo, pequeños hilitos de agua en las paredes y pequeños animalitos como estrellas de mar. Al quedarse a oscuras por haberse mojado la lámpara que llevaba, se percató de una luz verdosa al fondo, que provenía de una pequeña rendija por la que el protagonista casi no cabía. Al entrar ahí, se encontró una cueva con forma de campana y con gruesas ramas en las paredes, que pertenecían al castaño del jardín de la Luna, en el centro había raíces y un pequeño charquito, en donde había arena, como si fuese una playa, y en esta se encontraba una araña del tamaño de un plato que emitía esa luz verde, recordaba a los animales que vivían en lo más profundo del océano, y esta no tenía ni ojos ni antenas, pero si patas iguales entre si que al apretarlas salía luz. En la pared había hilos de luz que bajaban al charco, y ríos de agua verde que subían. La araña acabó mordiendo a Alfanhuí en el pie, y al volver con el maestro para que se la mirase, su pie brillaba con luz verde y se le veía los huesos, estuvo así por unos días.

Capítulo 11: El maestro le contó a Alfanhuí la historia que pudo ver sobre la silla de cerezo, al comerse unas frutas, en la que el anterior dueño de la casa, que era ebanista, taló el cerezo de donde sacó la madera para hacer aquella silla, la cual fue para su mujer. Ella acabó muriendo de mal astio, que fue contagiado por la silla, de ese modo, el cerezo consiguió vengarse del anterior dueño. Luego de la muerte de su esposa, él subió la silla al desván.

El maestro, que podía llegar a tener mal de astio por ser anciano, débil y tener que seguir una rutina, tiene la suerte de seguir teniendo un andar ergido, un mirar sereno y una voz grave y silenciosa, afortunadamente, no había sido hundido por la vida, la rutina no había podido con él.

Quisieron hacer una industria con las ramas del pozo tras descubrir que el color verde de las hojas era traído por parte de estas, y las situadas en el agua traían luz, pero la araña era como un parásito y la absorbía. Para sustituir ese color verde por otros colores Alfanhuí y el maestro prepararon unos tintes, hechos con zumos y frutas, e introdujo las ramas en tinajas para teñir las hojas que le correspondían. Al principio las hojas estaban blancas, pero luego cambiaron a los distintos colores de los tintes. Para que las hojas no tuviesen al lado otra del mismo color, Alfanhuí hizo un manojo con las ramas que correspondían a cada una de las ramas, y de ese modo, pudieron teñirlas como deseaban. Pasadas unas horas hicieron una fiesta decorando la casa con ramos de colores.

Capítulo 12: Alfanhuí liberó a la araña que se fue al lago, estaba a punto de morirse, después cogió las raicillas e hizo manojos para meterlos en sus respectivas tinas de colores, menos la de color naranja que la metió en el lago, ahora la araña olía a azahar y acabó naranja.
Tras unos meses estudiando como conseguir mejorar las técnicas, lograron más de treinta colores distintos. Las hojas del árbol eran de distintos colores y nunca coincidían dos hojas iguales.
La araña no solo cambiaba de color, sino de aspecto, según fuera el tono. También consiguieron agua de luces, que se veían en la oscuridad; e insertaron en las ramitas yemas de ojos y algunas nacían con ojos, que podían poner en los animales disecados.
Injertaron plumas blancas en los peciolos de las hojas, tomaban los colores de las hojas y estas plumas las utilizaban para sus pájaros disecados y fabricaron pájaros imaginarios con colores variopintos, que los clientes no querían comprar por su rareza.

Capítulo 13:El maestro le dio a Alfanhuí el título de oficial disecador y le regaló un lagarto de bronce verde. Idearon otro experimento, extrajeron óvulos de pájaros y los insertaron en el castaño.
Cuando llegó la recogida de las castañas, sacaron de ellas un huevo y el maestro dijo que había que incubarlos para que nacieran pájaros. Uno de ellos nació deforme, con cinco alas, tres patas y dos cabezas. Situadas éstas de forma aleatoria, como las ramas de los árboles. El maestro lo lanzó y voló similar a una hoja o mariposa. De todos los huevos salieron pájaros, de distintas especies, formas y colores, volaban como disfraces o panfletos en el aire y se movían en bandada , ordenada, disparatada y alegre. Eran pájaros de hojas, pero recordaban a la especie a la que pertenecían. Como habían nacido del castaño, todas las noches volvían a él para dormir entre sus hojas.
Alfanhuí y el maestro estaban entusiasmados con sus creaciones. Una noche, cuando contaban los pájaros, como siempre, se dieron cuenta de que faltaba uno; había sido abatido por un cazador, que tristeza.
Por toda Guadalajara la gente hablaba con espanto de estos pájaros, era algo escandaloso.

Capítulo 14:Una noche entraron unos desalmados a la casa, al grito de: ¡Al brujo, al brujo¡ Golpearon al maestro y prendieron fuego a la casa, destruyendo todo lo que había en ella.  Tenían que salir huyendo pronto, casi con lo puesto, pero antes Alfanhuí cogió la moneda de oro, el lagarto de bronce y quiso salvar a la culebra de plata: ¡Sálvate! Pero ésta se enredó en su muñeca. Salieron por la ventana que daba al jardín de la luna, pasaron el arroyo y subieron la loma. Desde allí vieron como los ladrones salían huyendo de la casa y como después ésta se derrumbaba con un gran estruendo , hecha escombros.

 Capítulo 15:Se comenta como eran las tierras, sus caminos , la montaña, el río, ... Tierra ésta olvidada donde solo hay zorros y ladrones, porque  ni la guardia civil se interesa por el lugar. Quedan poca gente y ya mayores, las viejecitas enlutadas que sufren hasta desear morir.
Tres días llevaban caminando y el maestro ya no pudo más, se dejó caer junto al camino: ¡ Me muero Alfanhui ! - ¡ No te mueras maestro, yo te quiero ! - Sé bueno hijo mío, vuelve con tu madre. Alfanhui lloraba mientras su maestro moría agarrado a él, después lo enterró con tierra y plantas de trigo. Anduvo vagando hasta que se hizo la noche, durmió en un robledal cubierto de hojarasca; la culebra de plata tomaba la luna.

Capítulo 16:Despertó Alfanhuí porque el tren de la mañana pasó muy cerca de él, llevándose la hojarasca que le cubría. La culebra en su muñeca de nuevo y él volviendo a andar por los caminos durante días, hasta llegar a casa de su madre. Cuando llegó entró por la ventana, encendió un candil, le dio la vuelta a su reloj de arena azul y se metió en la cama. Al rato escuchó un ruido, venía de la cocina y él se encaminó allí y su madre le dijo: ¿ Cuando has venido? Le contó todo lo que le sucedió con su maestro,  él estaba triste viendo los enseres de cocina, la mesa, las sillas, los gatos durmiendo cerca de la chimenea,... porque esos recuerdos no le traían nada nuevo a su imaginación.

Capítulo 17:Cuando llegó el tiempo de la siega y el trillado, la madre lo mandó a trabajar con los hombres en el campo, para no verle tan triste en casa. El se esmeraba por hacer bien sus tareas: preparar un gazpacho, ayudar a trillar el grano,... pero nada lo apartaba de su tristeza. Era septiembre, a  menudo iba a un puentecillo y contemplaba el mecanismo del molino y la corriente que traía hojas, insectos que revoloteaban sobre el agua y al fondo las algas ondulantes y las piedras llenas de verde.  Pero él seguía pensativo y ausente.

Capítulo 18:Llegó el invierno y al abrigo del fuego recordaba las historias pasadas: trabajo en el campo, la siega, las historias con su maestro. Hacía mucho frío y él se calentaba junto a la chimenea en la cocina, mirando al fuego. Todo le causaba ahogo, los muebles, los gatos, las paredes, el suelo. A la luz del candil todo tomaba un color grisáceo. Había una rendija entre los maderos de la ventana y por allí se colaba un viento muy frío, Alfanhuí se acercó a escuchar su sonido y sintió su tacto frío. Abrió la puerta y respiró la frescura, había nevado.
Miró al frente  y vio una liebre que se paró frente a él, sintió la necesidad de correr y de saltar sobre la nieve. Llegaron a un bosquecillo, no paraban de jugar, llegaron al molino y otra vez a la casa por la parte de atrás. Alfanhuí cogió leña mojada y la echó en la chimenea, era una nueva llama con luz clara y joven, le dio alegría a la cocina, por la puerta abierta vio la luz del amanecer.

(parte 2)

Capítulo 1: Madrid. Esta es la historia de don Zana " El Marioneta".
En esta época Madrid tenía geranios en las ventanas y puestos de pipas en La Moncloa. Los rebaños de ovejas churras pastaban por los barrios, se colaban en los patios y pisaban la ropa tendida.
Don Zana era un hombre guapo y risueño, flaco aunque de hombros anchos. Vestía camisa blanca y chaqueta de franela verde, pantalón claro y zapatitos de color corinto, le gustaba bailar en teatros, por los tejados, por lo alto de las mesas, sobre los ataúdes. Tenía voz antipática, era borrachín , mujeriego y mal perdedor. Seducía a las muchachas para luego dejarlas. Andaba pescando por el Manzanares, peces sucios del rió, que luego comía asados; pero siempre llevaba limpios los zapatos.
Trabajó don Zana en una fábrica de chocolates, "LA SABROSA, S.A. Sus manos eran prodigiosas batiendo la pasta, parecían palas de madera,  trabajaba con gran rapidez, como un malabarista. Su chocolate batido era único. El gerente decidió lanzar el chocolate "Libreta Don Zana", que ganó hasta medallas. La empresa consiguió ganar mucho dinero, mejorar sus instalaciones y Don Zana llegó a pertenecer al Consejo de Administración, pero de repente decidió marcharse, se subió a la mesa y bailó. Al poco tiempo la empresa quebró y cerró, pero Don Zana fue libre

Capítulo 2:  Cuando Alfanhuí entró en Madrid se quitó las alpargatas y se puso los zapatos de charol. Llevaba traje negro, de pantalón corto y una camisa amarilla. Se fijó en la ciudad, estaba envuelta en un humo gris en medio de una llanura; su color era morado que le daba el sol del atardecer. Sus casas juntas parecían mirar al crepúsculo, olía a humo y alcohol. Le llamó la atención cuatro fachadas altas con puertas nuevas , ventanas locas y una escalinata limpia; estaban al pie de un cerro y frente a ellas pasaba una carretera nueva. La alameda que daba al río, con su suelo de tierra, tenía acacias y palmeritas. El río era pequeño y sucio, con un puente pequeño oxidado. Había algunos huertos, construcciones y caminos que se dirigían a la ciudad. Vio un letrero que decía: Paseo de los Melancólicos: era una calle con huertos a los lados y una vía de tren , con una venta y un letrero que decía: "EL CORTIJO" Viuda de Buenamente, Vinos y meriendas. Tenía un corral con mesas y sillas, algunos arbolitos y madreselvas. Alfanhuí que miraba el corral desde la tapia, pudo escuchar una canción que venía de la tasca.


Capítulo 3: El Madrid de aquella época tenía muchas luces rojas, que en el Manzanares se fundían con el azul del cielo. Sucio el río y sucia la ciudad. Las cucarachas convivían con la gente, pero ellos sólo se preocupaban de abrillantar sus zapatos de charol.
Alfanhuí se acercó a unos chicos que estaban alrededor de una hoguera, echó un palito para poder calentarse, hablaban de prisa, con frases cortas y no lograba entender a que se referían, le explicaron que querían hacer un carro con ruedas de bolas, pero éstas se quemaban. El fuego se apagó, los volvieron a sus casas y Alfanhuí entró en la venta, él saludó y todos le miraron. Don Zana se dirigió a él con descaro: ¿ qué haces, como te llamas, pareces provinciano, tienes oficio ? Le dijo: soy oficial disecador y Don Zana le contó que él había tenido varios oficios. "Más vale ser amateur de bailarín, que profesional de otras cosas". Y se ofreció para llevarle a su pensión. Había en la venta una monita atada a una cadena, solía reirle las gracias a Don Zana, con muchos aspavientos y carcajadas chillonas, ésto le agradaba a él, pero sucedió que se rieron todos de él, cuando Alfanhuí le dijo al saludarlo: Esto no es una mano, se dirigió entonces a la mona que se rió también y le dio un gran golpe con la mano, haciéndole mucho daño.

Capítulo 4:  A la mañana siguiente abrió Alfanhuí la ventana de su cuarto, vio en el alero del tejado las vigas desgastadas de madera e imaginó que entre las grietas podrían vivir los gecos y recordó su casa y a su maestro. Cuando miró a la casa de enfrente vio en su tejado un oso de trapo abandonado y roto; después fijó su vista en la fachada donde había pintadas falsas ventanas y en una de ellas una mujer apoyada en el dintel, era la señorita Flora de piel rosada y de mediana edad. La lluvia le había desvaído los colores de su piel y de su ropa, pareciéndose a un fantasma. Tenía una sonrisa amarga y una mirada fija al horizonte, esperando conseguir marido.
Abajo en la calle se escuchaban los gritos de las verduleras pregonando, las criadas comprando, la gente pasando, los niños jugando,... La vida cotidiana.


Capítulo 5: La pensión de Doña Tere era pequeña, de forma triangular, con un patio interior que apenas recibía la luz solar, menos cuando se tendían las sábanas, ya que el sol se reflejaba en ellas hasta llegar al fondo. Cuando se abría la puerta principal a veces entraba un torbellino, que descolocaba las sábanas y los vecinos discutían de cuáles eran las suyas, queriéndose quedar siempre con las de mejor calidad.
La parte trasera de la pensión no tenía ventanas, pero si las había en las otras dos fachadas. En el interior había unas escaleras que subían hasta el ático, la puerta de entrada hubo que cambiarla porque estaba vencida, la nueva tenía una mirilla y un rótulo que ponía: PENSIÓN TERESA Viajeros, estables. En el cuarto principal había una mesa con una aceitera y una vinagrera, que apuntaban la una a la otra y a veces Don Zana se equivocaba de recipiente lo que le enfadaba mucho; también había un aparador donde se guardaba la vajilla, como un cristal de sus puertas estaba roto, se cogían los platos sin abrirla. Otro cuarto de la pensión era la habitación de la criada, se llamaba Silvestra, pero la llamaban Silve, porque en Madrid solo se utilizaban palabras de dos sílabas. Silve era alta y bastante fea, de mediana edad y por las noches se levantaba para mirarse al espejo culpándolo de su fealdad. El  cuarto de baño era un huerto, en la bañera se plantaban coles blancas por falta de luz , había una cabra atada al picaporte tirando de la cuerda, queriendo llegar a las coles. La llamaban "Estampá" porque siempre tenía la misma postura, como un perro queriéndose soltar, la pobre daba leche sosa.

Capítulo 6:
Doña Tere era de mediana edad, muy amable y simpática, contaba cosas de su familia de su marido, que fue maestro.Su padre era labrador, vivían en Cuenca y una vez le pasó que arando se quedó dormido y los bueyes siguieron el surco hasta una playa de Portugal, donde lo despertó el agua. El pobre murió poco después de volver a casa. 
A Alfanhuí le gustaba saber de la vida de los demás y ella le seguía contando cosas de Silve y de Don Zana. "No es tipo para usted", decían acerca de él.
Don Zana lo llevó a conocer Madrid, visitaron barrios de las afueras y la estación del tren. En uno de esos paseos se encontraron con unos gitanos que cantaban y bailaban junto a sus animales: un oso, un camello, un mono,... Para Alfanhuí fue todo un espectáculo. Una gitana le acercó a ellos la pandereta y Don Zana le dijo: " El arte no se paga ".

Capítulo 7:Había una casa abandonada, estaba al lado de una casa de vecindad; Alfanhuí entró cruzando el patio lleno de floresllegó a la puerta que estaba cercada por plantas trepadoras que seguían por la pared, donde había un boquete, por ellas trepó hasta el hueco, colándose dentro. Había una gran oscuridad y tuvo que encender un cerillo, vio ratas que huían y había pájaros en la chimenea.Entró en la sala y encontró un espejo viejo y mirándose dijo: ¡Que antiguo soy! Siguió andando y se topó con el esqueleto de un gato, un búcaro roto y un libro de animales del abate Spallanzani; su maestro tenía libros sobre él, que se perdieron en el incendio. En un salón había un clavicordio de donde salía una especie de zumbido que le llamó la atención. Las abejas habían construido en él su panal y la miel caía hasta el suelo. Como ya atardecía volvió sobre sus pasos y salió fuera, atravesando el patio se encontró con una niña que jugaba y al verle ésta le dijo: ¿Eres el caballero Zarambel? 

Capítulo 8: Hubo un incendio y Alfanhuí y Don Zana se acercaron a verlo. Vieron a una mujer que gritaba desde su balcón y enseguida llegaron los bomberos, daban la impresión de venir con júbilo, les entusiasmaban apagar fuegos y salvar a jóvenes que asomadas, querían ser socorridas por aquellos héroes. En Madrid, en aquellos tiempos, deseaban ser bomberos para llevar sus uniformes y hacer el bien, y que fueran aclamados por todo el mundo. Al verse su forma coordinada de moverse y correr, causaban admiración y la gente decía: "¡Que bien corren!". De ese modo vencían al fuego, que se retiraba humillado.

Capítulo 9: Amanecía y el cierzo invadía todo Madrid, el cielo estaba nublado, no había cobijo ni para los pájaros. Mal día para el carnaval. Ya de noche cesó el viento y Don Zana obligó a un grupo de gente disfrazada, a salir cantando y bailando por las calles sin descanso.
Alfanhuí y Don Zana se encontraron, se miraron y la gente huyó. Avanzaron y en los ojos de Alfanhuí había ira, Don Zana no tuvo salvación, lo golpeó hasta la muerte con furia.
Un sereno se acercó a ellos y dijo: ¿qué es eso?  Alfanhuí empujó los restos de Don Zana a la alcantarilla,  contestándole: ya lo ve. Astillas y trapos.

Capítulo 10: Alfanhuí por momentos se fue dando cuenta de lo sucedido."No creía que Don Zana tuviera sangre". Su frente le ardía, le dolían tanto las manos que solo un roce de viento le hacía daño, parecían hinchadas y muy sensibles.
Debía de huir y pensaba: "Ya no veré más a Doña Tere". Deambulando por las calles se escuchaban ruidos y decidió dirigirse al río, buscando una salida que no encontraba. Pensó escapar por las azoteas y así lo hizo, vio gatos, chimeneas, cordeles de alambre,... Al alejarse del centro las azoteas más planas le ayudaban en su huida y él se sintió mejor. Cuando amanecía llegó al campo, se miró sus manos llenas de sangre, se tendió en el suelo y descansó.

(parte 3)

Capítulo 1:  En los campos de siega, gritan las urracas, sabedoras de la vida de los pueblos y de su gente, siempre en los caminos ven pasar a los vivos y a los muertos y entre ellas se cuentan sin esperanza que la muerte llega siempre. La montaña ofrece a la llanura sus aguas, sus rocas, la arena de los ríos y la hermosura de sus bosques. Cerca de su cima aparecen rocas con salientes y entrantes y en sus huecos anidan las arañas, huyendo del viento. Los caminantes sabios la recorren por la solana, al amparo de sus caminos.
La noche había llegado y la tormenta también, con sus rayos y truenos, por la cañada se apresuraban las ovejas, azuzadas por los pastores trashumantes, que temían la estampida del rebaño. Y así sucedió,  una parte del rebaño se separó asustado por un trueno y cayeron despeñadas. Al momento bajaron  a la luz de un farol y desollaron a las ovejas. Su lana y su carne le servían de abrigo y alimento, para ellos, sus mujeres y sus hijos, que hacían juntos el camino, con todos sus enseres y se protegían como podían de la lluvia y el frío .
 Alfanhuí escuchaba esto desde arriba, el viento era muy frío, bordeó la montaña por un callejón hacia el norte y desapareció la tormenta; la luna iluminaba los cerros.

Capítulo 2: Alfanhuí vivió mendigando, pasó mucho frío, unos serranos le dejaron quedarse en una caseta y pudo reponerse. Durante su estancia Alfanhuí les contó muchas historias y cuando se marchaba, la niña del serrano se echó a llorar, le había cogido cariño. Ella le dijo: recordaré tu nombre y tus historias; ella se llamaba Urraca. Le dieron mantas y calzado. Alfanhuí se despidió, quería ir a casa de su abuela.
Por el camino se encontró con una viejecita que iba montada en un burro, ésta le contó la historia de la monja Susana y la bruja Edelmira, que se mataron en una pelea, hacía mucho tiempo de esto y sus nombres se grabaron en la piedra.
Alfanhuí atravesó bosques de robles y castaños, hasta llegar a un pueblo de casas de piedras y calles empinadas. Tenía unas termas de agua muy caliente y un olmo que atrapaba el viento entre sus ramas, y en verano, la gente se sentaba a tomar el aire fresco y los pájaros en sus ramas, al alivio del frescor. Siempre se movía su copa, aunque no hiciera aire y cuando éste se le calentaba lo soltaba y cogía otro. Este era el último pueblo de la montaña.

Capítulo 3: Atravesando la llanura, Alfanhuí vio  de lejos un bosque de troncos rojos y copas verdes y él se alegró de ver los colores de la primavera: azul del cielo, gris de las grullas, verde de la hierba. Vio a lo lejos un hombre cortando leña, era muy alto y fuerte, avanzó hacia él y lo saludó. Se llamaba Heraclio, vivía solo en una cabaña, desde que lo desterraron del pueblo por haber pegado a un vecino, querían matarlo, pero no pudieron y le perdonaron la vida; se quedó tuerto porque una esquirla de piedra se le clavó en el ojo.
Alfanhuí le pidió cobijarse en su cabaña, esa noche compartirían fuego y cena y se contarían muchas historias. Heraclio tenía un tesoro: dos grandes colmillos y dos bolas de marfil, él pensaba que el verdadero tesoro no es el que vale mucho y se puede vender, porque si lo vendes es que no tenía tanto valor para ti. Alfanhuí lo miraba sonriente y pudo ver en su mirada melancolía y nostalgia del pasado. Por la mañana se despidió de él con un sincero apretón de manos y se miraron de corazón.

Capítulo 4: La abuela paterna de Alfanhuí vivía en un segundo piso y tenía alquilado el piso de abajo. Aunque vivía sola, mucha gente iba a visitarla y sus vecinos le hacían la comida y la cuidaban bien. Se subía por una estrecha escalera de piedra, por cuya barandilla trepaba una parra moscatel, que llegaba al pasillo superior. A su cuarto se entraba por una puertecita, dentro había una cama de madera oscura, una mecedora, una mesa de camilla y siete arcas, también tenía una escoba y una palangana para el aseo; colgados de sus paredes encaladas había un ramo de olivo, una escopeta negra y un reloj grande de bolsillo. El suelo era blanco y negro.
La abuela incubaba huevos en su regazo, solían ser de gallinas y de patos. Cuando le entraba la fiebre "diez veces al año", se sentaba en su mecedora y no se movía de allí hasta que no nacían los pollos. Por primavera los niños y niñas le llevaban los huevos que encontraban caídos, aborrecidos,... La abuela se enfadaba, pero siempre los incubaba. Pasado el tiempo de espera los niños impacientes, se amontonaban en la puerta y la abuela comenzaba el reparto: tórtolas, vencejos, jilgueros, culebras y lagartos. ¿Te  da asco de cogerlas? Pues te aguantas. La abuela se indignaba cuando le rechazaban el animal, ella nunca se equivocaba, ese era el suyo. Tampoco le gustaban los cambalaches y les decía: ¡Hala a la plaza! ¡Y no volváis más! Pero por primavera se repetía la misma historia.
La abuela era delgada, bastante alta, tenía el pelo blanco y nunca se lo peinaba; estaba enferma, ella se curaba la herida de su pierna con tomillo y ciprés, la enfermedad se mantenía; por eso ella se alegraba todas las primaveras de estar viva.

Capítulo 5: En Moraleja vivía Ramona, la abuela de Alfanhuí, estaba junto a un río; sus casas eran viejas, de colores y tenían azulejos que contaban la historia de sus dueños y a veces cuando éstos morían los azulejos solían caerse al mismo tiempo. Pero a la gente no le impresionaba este misterio. Las calles estaban llenas de vecinos que se paraban a hablar, sacaban sus sillas y algunos hombres se afeitaban fuera, con sus espejos colgados de la reja. Los vecinos iban tranquilos como aburridos, siempre con la misma expresión, desganados, ni siquiera se molestaban en recoger la cosecha de higos y los perros del lugar hambrientos, se  los comían . El pueblo acababa en un muro a la orilla del río y un puente cruzaba hasta la otra orilla, donde había una arboleda y una pequeña playita donde los muchachos se bañaban en verano; más adelante había una venta, donde paraban los caminantes.
Alfanhuí cruzó el puente y buscó la casa de su abuela, ésta lo hizo esperar, se vistió para la ocasión: se puso una blusa, una saya, una mantilla y un pañuelo. Entonces lo hizo pasar y le dijo: ¿querías que me muriera sin verte? La gente del pueblo dudaba de la existencia de Alfanhuí. El le pidió quedarse con ella y ella aceptó, pero eso de tener bichos muertos en casa, era para gente caprichosa. La abuela ya se encargaría de buscarle otro oficio.

Capítulo 6: Alfanhuí ya tenía trabajo, su abuela le dijo que sería boyero. Tenía que acompañar a los viejos bueyes del pueblo,  ya no servían para sus labores , pero respetaban su vejez y todos los días los acompañaban al prado. Sabían su camino,  no necesitaban guía, ni uso de aguijada, le comentó el viejo boyero, y esto extrañó a Alfanhuí.  Doce reales le pagaban al día y doce bueyes tenía que cuidar. Caronglo era el más grande y viejo, de color negro, tenía la mirada dulce, pliegues en la piel, el pecho ancho y patas fuertes. El yugo que llevó tantos años le dejó huella en su cabeza. Pinzón era su compañero de yunta. Marrero y Charrián formaban otra y así eran Ariza y Turino, Almadran y Retana, Jaso y Almeira, que vinieron de Portugal, Gago y Sonsoles.
Alfanhuí pasaba con ellos el día, a veces comía allí y otras iba con su abuela, si el boyero viejo le hacía el turno. Antes de que se pusiera el sol, los encerraba en un cercado de pizarra, donde había un cobertizo con pesebres, para los días de mal tiempo. Después de unos días los bueyes ya lo conocían y se encaminaban a la puerta del cercado, saludándolo con un mugido, Caronglo era el último que salía, le gustaba ir a su lado, lo esperaba para cruzar el río y dejaba que se montara en él, ya no echaba el paso hasta que Alfanhuí se subía en su lomo. 
En verano se acercaban al río, comían la verde y fresca hierba y bebían del río. Alfanhuí se bañaba y jugaba con ellos ocultándose bajo el agua.

Capítulo 7: Pablo había sido pescador, y ahora era barquero, tenía un fanal grande con el que alumbraba a los pescadores, con quienes se comunicaba con silbidos cuando pasaban con sus barcas delante de sus casas. A Alfanhuí le gustaba que le hablara del mar, de los puertos, de los marineros, de sus barcos y de los peligros de la mar, mientras miraba como cosía las redes. Le gustaba hacer guisos de caracoles en su paellera de barro. Moraleja era un pueblo con muchos pescadores, tenían viejas barcas con forma de rombo; pescaban barbos, albures, anguilas y las tencas, que criaban en las lagunas de engorde.
A Alfanhuí le gustaba  hablar con Luquinas y Galán , que eran unos cazadores muy famosos, siempre gastando bromas, siempre sonrientes y dispuestos a la diversión. Galán de unos cincuenta años, era alto y delgado, trabajó como albañil en Buenos Aires y con lo ganado montó un casino en Moraleja, que llenaba de clientes, atraídos por el juego y su carácter chistoso; se paraba en las obras y ponía de vuelta y media a los albañiles, tachándolos de chapuceros. Luquinas era más joven, más bajo y algo regordete y tenía una risa singular. Cuando iban de caza solían espantar a las presas, con sus griteríos y carcajadas, disparando a lo loco, por eso nunca traían piezas abatidas. Más bien era un pretexto para andar bebiendo y jugar a las cartas con los guardas del campo, cantando y discutiendo sobre política.

Capítulo 8: La abuela encendía el brasero todas las mañanas en el descansillo, con cisco picón y las cenizas del día anterior , cuando bajaba el calor, sin mirar, la abuela atizaba el rescoldo con la punta de su zapatilla haciendo una cruz.
Alfanhuí, con picardía, le echaba hojitas de romero al fuego, porque sabía que la abuela empezaba a contar historias de su juventud y después de un tiempo se callaba y mandaba acostarse. Muchas noches la abuela se levantaba varias veces, para sacar y guardar cosas de las arcas, cambiándolas de lugar. Alfanhuí tenía mucha curiosidad por saber lo que había en ellas; cuando escuchaba el ruido de las llaves, desde la cama, intentaba reconocer por su brillo o por el ruido que hacían, de que cosas se trataban y la abuela inquieta seguía con su cambalache.
En invierno, Alfanhuí quiso tener unas botas, sus pies mojados se le helaban. La abuela le dijo que no las necesitaba porque el blanco era un color sano para los pies y él era blanco como su abuelo.; éste le recordó que su padre llevaba botas.¿ Y el abuelo las llevaba ? ¡ No hay botas ! ¡ A dormir!
Alfanhuí desilusionado fue esa mañana a trabajar, pero cuando volvió, con alegría, vió las botas negras de su abuelo, las untó de manteca y las llevó todo el invierno. Era la primera cosa que salía de las arcas.

Capítulo 9:  Llegó la primavera y con ella el silbo tamborilero, que bajaba de La Garganta hacia el retamar.  Alfanhuí lo escuchó llegar y como se metía a veces más furioso, otras más calmado, entre las retamas, para luego alejarse y desaparecer. Con esto los bueyes dejaban el retamar y buscaban nuevos pastos en la vega. Como siempre por la tarde se volvían a Moraleja, pero Alfanhuí se percató de la ausencia de Caronglo, corrió a buscarlo y lo encontró echado en el suelo muriéndose, se arrodilló ante él y le acarició su frente, al instante Caronglo cerró los ojos y dobló la cabeza. Los otros bueyes les rodeaban y Pinzón comenzó a mugir, luego todos mugieron. Una sombra salió del cuerpo inerte y comenzó a caminar hacia el río y todos la siguieron, se fue adentrando en sus aguas lentamente, hasta desaparecer, mientras los otros lo despedían con largos mugidos. Después retornaron a  Moraleja.

Capítulo 10: Cuando vino el buen tiempo Alfanhuí y la abuela se repartieron las ganancias de su trabajo, se despidió de ella y se marchó hacia el norte, a Castilla. Por los caminos se encontraba a muchos caminantes, sobre todo segadores y carboneros. Los segadores paraban en las ventas, bebían sólo vino y no pedían hospedaje, porque eran gente pobre y dormían a la luz de la luna. Iban vestidos con pantalones oscuros y camisas muy blancas que movía el viento. Los carboneros llegaban a los mesones con sus carros, formaban un grupo en un rincón, tomaban su vino y hablaban poco con los demás, eran gente recia, acostumbradas al malvivir.
Alfanhuí pasó por Medina del Campo, todos los caminos te llevaban a ella, porque estaba en medio de la llanura, rodeada de campos, que mudaban de color, según la estación del año: gris, blanco, verde, oro. Hacia el norte anduvo muchos días, por caminos cercados por hitos de piedra y bajo el sol y la luna del verano, hasta que llegó a una tierra de páramos y valles, por donde serpentaba el río, rodeado de abundante arboleda. Alfanhuí se fijó en los nombres que había en las piedras, junto a cada parcela de labor. En una ponía: Campo de Roque Silva y al pasar lo saludó, éste le contó que su campo era muy fértil, aunque pequeño y tuvo que pleitear por él, después se despidieron.

Capítulo 11: Alfanhuí llegó a Palencia, era una ciudad abierta y luminosa, con sus fuertes torres y un río caudaloso. En la otra orilla se veían huertos con árboles frutales, viñas y hortalizas; había canales por donde pasaban las barcazas, tiradas por mulas.
Alfanhuí entró a trabajar en casa de Don Diego Marcos, era licenciado en Ciencias Naturales, tenia en la calle mayor una herboristería medicinal y en su escaparate muchos tarros de cristal o porcelana, con gran variedad de plantas curativas:  la mejorana, la manzanilla, la menta poleo, la belladona,... Y su interior lleno de estanterías de madera oscura; en las paredes de la trastienda, colgaban láminas con dibujos de plantas y había una gran mesa de mármol con una balanza, allí en un viejo catre dormía Alfanhuí.
Don Diego era alto, grueso y bastante engreído, su mujer atendía tras el mostrador con ademanes altaneros. Tenían también un mancebo que ayudaba en la tienda, era bastante tosco y despiadado con Alfanhuí; que escuchaba y aprendía. Cuando nadie le veía sacaba las hierbas de los tarros y preparaba infusiones, pensando en el porqué del nombre de las plantas. Solían mandarlo al campo para traer tal o cuál hierba; algunas eran complicadas de encontrar, pero él tenía su maña para hallarlas, porque aunque no conocía bien esos lugares, se encaminaba sobre seguro ya que había estudiado donde crecía cada una y guiado por su instinto aunque tuviera que ir muy lejos, siempre volvía con el saco lleno de hierbas.

Capítulo 12: Alfanhuí se volvió un hombre callado y ensimismado en su estudio sobre las plantas. En su mirar ausente y vegetal, se reflejaban selvas, bosques... .Su silencio traería una nueva sabiduría, después de investigar días y noches en la arboristería y en el monte, logró descomponer los colores del verde, el del agua, el de los secos, el de la sombra y la luz, el de la luna y el sol.

Los verdes del agua eran verdes de lluvia por que solamente se daban a conocer cuando llovía, al igual que el resto de verdes, que se veían cuando había, luz, sombra, sol, o luna, pero el verde de los secos era distinto, por que contenía todos los verdes, ya que se basaba en la vida o en la muerte del vegetal. Alfanhuí podía distinguir como nacían los verdes de los árboles, el del olivo cuando la luna iba alta cruzando el cielo, y el de la retama cuando la luna se encontraba baja. En las hojas del chopo que nacían en primavera se podía ver el blanco de las nieves en su envés. Para estudiar el verde seco Alfanhuí usaba las plantas muertas de los tarros, y estas manifestaban su muerte en distintas formas, con colores variados (marrón, rojo, amarillo...), algunas se volvían casi transparentes y otras se oscurecían como recuerdo de algún mal acontecido.
 Después de todo lo aprendido Alfanhuí se despidió de sus amos y dejó Palencia para continuar su camino.

Capítulo 13: Por la carretera del norte encontró Alfanhuí muchas tierras sin árboles, algún encinar y unas ruinas de un convento. También vió un pueblo antiguo con un castillo de piedras color tierra de donde nacían matorrales, estaba en lo alto, y bajo él, había llanuras y un río con chopos en sus orillas. El río formaba islas y en sus aguas se reflejaban el vuelo de los pájaros, hasta allí se encaminó Alfanhuí atravesando el río hasta alcanzar una isla, comenzó a lloviznar, y él se sentó en una piedra y observó como los alcaravanes volaban a su alrededor, llamándolo: "Al-fan-huí", recordándole a su querido maestro. Poco a poco la lluvia se fue alejando y con ella los alcaravanes, y el sol tímidamente se fue abriendo paso entre las nuves que aún dejaban caer algo de lluvia, y Alfanhuí pudo ver sobre su cabeza un gran arcoíris.

3.CONTEXTO DE LA OBRA

La obra trascurre en la época de los 40-50 aproximadamente, a la que el autor, Rafael Sánchez Ferlosio también pertenece. Ferlosio nació en Roma en el año 1927, el día 14 de diciembre, durante los años de la guerra civil y los de su niñez, él vivió en su cuidad de nacimiento. Su padre, Rafael Sánchez Mazas, era español y su madre, Liliana Ferlosio, italiana. Estudió filosofía, y otros estudios que dejó inacabados, como por ejemplo, de cinematografía, se acercó al Círculo Literario de Madrid, influenciándose así de los autores de su época. Ofreció su participación en revistas como el ABC, El País o en Revista Española, siendo codirector de esta última. Su primera obra fue "Industrias y Andanzas de Alfanhuí" (1952), una de las más destacadas que escribió fue "La Jarama" (1955), que fue aclamada como una de las más importantes e influyentes en nuestra literatura.

Ferlosio es conocido por su actitud crítica en sus obras y a la hora de expresarse, por ellos recibió el Premio de la Crítica de Narrativa Castellana (1957) con su obra anteriormente mencionada del 55, además del Premio Nacional de Ensayo (1994), un género literario característico por dar la posibilidad al autor de expresar su opinión de variados temas sin hacer falta argumentación.

Aunque en la primera parte de esta novela no sea completamente notoria la actitud crítica que suele presentar el autor, se describe el ambiente rural de su época, concretamente, toma ejemplo de la comunidad autónoma de Guadalajara, lugar de donde procede el protagonista y los personajes de esta parte de la novela. Se puede distinguir una intención crítica en el capítulo 15, en el que se describe el lugar donde fallece el maestro de Alfanhuí. Este es un sendero que se encuentra en los campos de esta comunidad autónoma, en donde se podían ver montañas, y un río por el que su cauce pasaba por esa zona, la intención crítica comienza a notarse a la hora de hablar de las personas residentes en un pueblo cercano a ese campo, durante esta sección de la novela se nos describe el lugar donde a vivido Alfanhuí, de un modo alejado de los lujos, como un territorio pobre y humilde, pero autosuficiente y estable, con sus huertos, animales, escuelas y maestros de diversas profesiones. El autor nos cuenta que el lugar es habitado por ancianas viudas, que sufren por su soledad y por vivir en un lugar olvidado, en donde hay ladrones y zorros, por que la guardia civil ya ni se preocupa de vigilar el pueblo, de este modo, critica esa mala situación de esos pueblos dejados y el malestar que esto provocaba, tanto en los residentes como en el hecho de darse un acto tan desalentador como la "desertización" de nurerosos territorios, a modo de crítica social y probablemente de denuncia, era una situación que se de daba en el siglo XX por la industrialización en las grandes ciudades como Madrid y el éxodo rural de las personas que habitaban en los pueblos para mudarse a esas ciudades que les daban mejor calidad de vida, aunque no fuese una enorme mejoría, y la posibilidad de obtener un salario. Su actitud crítica obtiene más fuerza en la segunda parte del relato, en la que manifiesta los defectos de la ciudad de Madrid y sus habitantes, que pretendían que fuesen ignorados mediante su hipocresía, donde fue Alfanhuí, al igual que muchos otros que emigraron a las zonas más industrializadas. No salva de su crítica despectiva a los esteriotipos, que representados algunas veces de manera cómica y otras veces de manera entristecida, da a conocer lo negativo de estos, centrandose sobre todo en los que inferiorizan a las mujeres.

4.INTENCIÓN DE LA NOVELA

Con sus curiosas descripciones que relatan el mundo que el protagonista ve y vive por su excepcional forma de ser, imaginativa fantasiosa y algunas veces inexpresiva, pretende causar una reacción de impresión y de curiosidad por la capacidad de provocar impacto y de deleitar con divertidas e interesantes descripciones de la realidad fantástica en donde se desarrolla la historia, además de querer enternecer a los lectores con las vivencias entre Alfanhuí y su maestro, y la capacidad del personaje principal de volver a ser el mismo tras el profundo sentimiento de melancolía y tristeza, el cual llegó a impedirle poder realizar sus industrias, surgido por la trágica muerte del maestro. La obra pretende mover los sentimientos anteriormente mencionados en los corazones de los lectores para poder llegar a emocionarnos y maravillarnos con los sucesos que les ocurren a los personajes, además de hacernos reflexionar sobre la gravedad de la situación dada en los pueblos y personas abandonados en los territorios rurales por la industrialización en ciudades más importantes, que daban trabajo con más privilegios que su vida en el campo por poder obtener dinero, aunque las condiciones de trabajo fuesen deplorables y excesivamente largas por un salario muy reducido, criticando también aspectos como la falsedad del prestigio de la capital dado en esa época, y en algunas ocasiones, da lugar al rechazo de los esteriotipos inferiorizadores del sexo femenino.

5.OPINIONES A FAVOR Y EN CONTRA DE LAS IDEAS MOSTRADAS POR EL AUTOR

Mi opinión acerca de las ideas que pretende evocar el autor en nosotros, los lectores, presenta mucha contrariedad, en primer lugar, acerca de la evolución produjo el estallido de la revolución industrial, que permitió la creación más acelerada y accesible para todos los ciudadanos de todo tipo de productos y servicios; y por otro lado, la desaparición de un entorno rural y natural, con las beneficiosas características de ser más saludable y tranquilo, siendo capaz de autoabastecerse con sus huertos y ganados para la subsistencia de sus habitantes, los cuales solo quedan personas ancianas y olvidadas que sufren por su soledad y abandono frente a lo más moderno, donde reside una personalidad más hipócrita al intenta pretender un gran estatus en la capital, mientras es enormemente notorio los defectos de esta, como la suciedad, la contaminación, el mal estado de algunas fachadas, y la vida más humilde de las afueras que se contradice claramente con la falsa sensación de prestigio que intenta evocar la ciudad de Madrid.

6. PROPUESTAS PARA SOLUCIONAR LOS CONFLICTOS DADOS EN LA OBRA

Dejando a un lado el terrible acto con la integridad de los seres humanos al dejar en el olvido a personas que deberían tener tanto derecho como el resto de tener una vida digna, sabiendo con total totalidad que en esos lugares habrían personas bondadosas que por su condición no serían capaces de abandonar de forma hiriente a nada ni a nadie en sus vidas, siendo este un acto obvio de injusticia, desgraciadamente no suele ser el tipo de argumentos capaces de mover a una sociedad que puede llegar a ser hipócrita y excesivamente despreocupada (como se describe en la segunda parte), pero el impacto medioambiental por el deterioramiento de los espacios naturales, que pueden llevar a un entorno más insoluble y por ende, propenso a enfermedades, hubiese podido resultar más convincente para detener el acto negativo del excesivo abandono de los pueblos y campos. A la hora de encontrar una solución para la situación en Madrid, podemos visualizar una opción eficiente de despojar de importancia el pretender una buena situación, para que se prestase más atención en asegurarse de una buena limpieza pública, incluyéndose la reducción de la contaminación modificando de algún modo la dinámica de las máquinas, encargadas de producirla, y del aseguramiento de un buena y estable vivienda, lejos de parecer ruinosa, como se expresaba en el libro, dando lugar a una sociedad más satisfecha, mejorando sobre todo la situación de los menos pudientes.

Teniendo en cuenta que estos problemas eran más notorios en el siglo pasado, donde transcurre la novela, en el S. XXI se refleja como los avances en la tecnología enfocados en la reducción de contaminación y en el cuidado del medio ambiente, que se dan con cada vez más importancia con respecto a opiniones más despreocupadas en estos aspectos, hacen posible que los problemas anteriormente mencionados se encuentren más cerca de estar completamente resueltos

Con respecto a la personalidad de Alfanhuí, la cual compartía en parte con su maestro, aunque esté alejada de la posibilidad de ser sociable como la mayoría de las personas desease, el protagonista siempre presta más atención a sus industrias y gustos, podemos ver en la obra su falta de interés en amoldarse a lo normal en la sociedad, ya que siempre se ve una descripción del espacio y las personas en este según la personalidad de Alfanhuí, sin demostrar ningún tipo de cohibición, se manifiesta en escenas del libro como el primer encuentro con Don Zana, que pese a que intentase intimidarle y hacerle sentirse inferior por ser originario de Guadalajara y no de la ciudad de Madrid, Alfanhuí no demostró sentirse derrotado ante él, aunque llegó un momento en el que el protagonista se le hizo imposible soportar más su odio a Don Zana, lo que le llevó a ser capaz de quitarle la vida por no querer permitir que se siguiese manifestando su actitud antipática ante su entorno, incluyéndose a si mismo, dándose a si mismo una situación que lo obligó a huir de la ciudad.





 


Comentarios

  1. Hola, María Jesús.
    El comentario es tremendamente detallado. Entiendo que has disfrutado de la lectura y que te ha ayudado a reflexionar sobre la vida y la sociedad, que ahora mismo es lo importante.
    Enhorabuena.

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  2. Que maravilla de trabajo enhorabuena

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